El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas,
Cristóbal Montoro, ha anunciado que devolverá el segundo de los tres días de
libre disposición a los funcionarios suprimidos en 2012. Esta medida se hace
pública en el comienzo de la precampaña de las elecciones europeas.
Se va acercando la nueva cita electoral y, de pronto, cae
del cielo montoreño una medida innovadora, revolucionaria y visionaria: otro
moscoso. Ya son dos en menos de un año. Debe de ser que las encuestas
electorales realizadas entre los empleados públicos no arrojan un resultado
feliz para el partido en el Gobierno y otro moscoso ayudaría, tras indigesta
ración de peloteo, a mejorar esta perspectiva.
No acaban de conceder el maldito día y ya los intoxicadores
gurús de la prensa -voceros del poder económico- airean a los cuatro vientos
que los moscosos suponen, para el erario público, un gasto de 519 millones de euros. De dónde
han sacado este dato lo desconocemos. Nadie ha visto a legiones de parados
haciendo cola para sustituirnos mientras disfrutamos de "tantos"
moscosos, tampoco durante nuestras vacaciones, ni cuando padecemos una
incapacidad temporal, al contrario, sí sufrimos la sobrecarga de trabajo ajeno
durante esos días a la que hay que sumar la labor de quienes ya no volverán
porque han salido pitando en cuanto han encontrado el menor resquicio para
acceder a la jubilación, en muchos casos anticipadamente y perdiendo dinero.
Con estos "regalos" envenenados, que nos
autofinanciamos, nos ponen a los pies de los caballos mediáticos para que de
nuevo una parte de la sociedad nos vea como una casta privilegiada, cuando la
realidad es que el Gobierno desprecia nuestra dignidad supliendo derechos por
golosinas tóxicas y nos trata de
forma degradante practicando un infantilismo inmaduro y chusco.
Pues no, nada ha cambiado, ni se reconoce nuestro derecho a
un salario digno, ni recuperamos la paga robada, ni el insulto que
supone criminalizar la enfermedad, ni el derecho a una verdadera conciliación de
la vida personal, laboral y familiar, ni la obligación, por parte del gobierno,
de ofrecer un servicio público de calidad con unas plantillas suficientes, al
contrario, fomenta la privatización que solo alimentan a empresas intermediarias y que ya está
demostrado que baja la calidad del servicio y supone un mayor gasto.
No, nada ha cambiado, la estafa sigue. Continuamos con
cifras de desempleo inasumibles, con desahucios sangrantes, con unas pensiones
en caída libre, con una peor sanidad y educación, sufriendo recortes inhumanos
en la dependencia, en la ciencia......Sí, su bolsa sube, suprima se relaja, su
marca España ya es un modelo a seguir por el inhumanismo globalizador de seis
estrellas: paro, precariedad, pobreza, ausencia de derechos, desigualdad y
falta de democracia. Todo un éxito para las élites pero que no tengan la cara dura de invitarnos a dar
palmas, su mundo no es nuestro mundo,
sus intereses son los contrarios a los de la inmensa mayoría, su democracia es
nuestra dictadura.
Déjense en paz de chuches y centrémonos en los derechos sociales y no en beneficiar a la
casta. Sus cifras relucen a nuestra costa.
En nombre de MADRID INSS, CGT-CAT